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Lima ha sido la anfitriona de este año 2014 de la 20ª Conferencia de las Partes (COP) de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la última antes de la reunión crucial de Paris que tendrá lugar el próximo año, donde deberá nacer un ambicioso acuerdo de lucha contra el cambio climático, que sustituya  a partir del 2020 el ya obsoleto Protocolo de Kioto.

La clausura tuvo lugar en el día de ayer, pese a que su finalización estaba prevista dos días antes, y todo ello con motivo de las grandes dificultades entre los representantes de los 195 países asistentes para llegar a acuerdos concretos.

Y es que, más que un sistema para definir acciones que eviten el calentamiento global, se ha convertido en una lucha económica entre países más y menos desarrollados, donde los países más vulnerables no están dispuestos a avanzar en una lucha común si los países más ricos no asumen responsabilidades concretas.

La ciencia ya ha manifestado consecuencias catastróficas para el planeta si no se comienza a trabajar en la reducción de emisiones contaminantes. Sin embargo, las continuas trabas impuestas por países como China o Estados Unidos – mayores generadores de gases invernadero – han ocasionado un acuerdo débil para armonizar  planes claros de reducción de emisiones para antes del 2020.

Parece que el evidente conflicto existente entre economía y ambiente no se resolverá si los principales responsables de la crisis climática no hacen una labor de autocrítica ni asumen ningún tipo de responsabilidad.

Los más optimistas esperamos en París un compromiso férreo de los diferentes estados que permita el avance de la comunidad internacional a lograr un convenio serio y vinculante sobre el clima global.

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